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La burocracia para conseguir patentes de alcohol complica a los restaurantes.

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Abrir un restaurante aquí puede ser una pesadilla burocrática, y el caso del restaurante Ambrosia Bistro lo dejó claro. Las dueñas del local, ubicado en Las Condes, denunciaron que llevaban ocho meses esperando que la municipalidad les entregara la patente para vender alcohol. Esta demora les significó facturar un 40% menos de lo que esperaban, volviendo su negocio casi insostenible. La Asociación Chilena de Gastronomía (Achiga) apoyó la queja, explicando que este no es un caso aislado. El problema es que la ley de alcoholes es muy antigua y, además, cada municipalidad tiene sus propias reglas y tiempos, lo que crea una incertidumbre enorme para quienes quieren invertir.

Esta situación frena la inversión y puede hacer que nuevos proyectos gastronómicos fracasen antes de empezar. El gremio de restaurantes argumenta que no tiene sentido que un permiso tan esencial se demore tanto. Proponen que la patente de alcoholes se tramite junto con el permiso comercial del restaurante, ya que es evidente que la mayoría querrá vender alcohol. Después de que su caso se hiciera público y de una larga espera, el restaurante Ambrosia Bistro finalmente consiguió la patente, demostrando que a veces la presión mediática es necesaria para acelerar los trámites.

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